Muchos suelen pensar que el destino no le es favorable para el logro de sus objetivos, y desperdician sus años pensando que la culpa es del destino, y entonces, buscar un culpable es más simple que asumir responsabilidades.
Conseguir la vivienda nunca resultó sencillo, yo puedo dar ejemplos de personas que después de la jornada de labor, seguían trabajando en la realización de su casa todos los días durante mucho tiempo, picando ladrillos para el contra-piso, realizando revoques, haciendo canaletas, acarreando arena; el esfuerzo es indispensable para el logro del objetivo. Pero debo decir que hoy existen limitaciones que pueden malograr toda voluntad o esfuerzo.
Una de las primeras limitaciones que se presentan hoy en día, es poder conseguir un lugar en donde poner los ladrillos, esta limitación en nuestra gran ciudad es una de las primeras a salvar, la vivienda ocupa un espacio, y aún no se comercializan terrenos en la luna,… por ahora, uno nunca sabe.
Por lo general imaginamos a nuestra vivienda en ese lugar que ocupa esa casa en tal o cual barrio que siempre nos gustó, pero por esas cosas del destino los dueños son otros,… nunca nosotros.
Por eso para lograr salvar este primer obstáculo, el lugar, debemos tener presente algunas consideraciones, la primera es saber exactamente con que recursos contamos, la segunda es pensar que el mejor lugar por lo general es muy costoso, y la tercera es comprender que lugares pueden existir pero tal vez debamos disminuir en algo nuestras pretensiones, pensando que ningún lugar tiene porqué ser para toda la vida.
Otra importante consideración para esto del lugar, es comprender que los esfuerzos compartidos suelen ser menos pesados, para muestra basta un botón, y la empresas desarrolladoras de viviendas este aspecto lo tiene muy en claro, cuanto más unidades de vivienda se puedan realizar en un terreno hacia arriba o hacia abajo, el valor del m2 de tierra se distribuirá entre todas las unidades, es decir, que el esfuerzo de la compra del terreno se distribuye entre 30, 40, 50 o 1000 propietarios, la cantidad es lo de menos, lo importante es vender, vender, VENDER.
Arq. Francisco Brun